Estamos asistiendo perplejos a toda una “guerra civil” en el equipo británico de Copa Davis. John Lloyd, que dimitió la semana pasada, tras perder su equipo contra Lituania, dedicó unas duras palabras al número uno británico, Andy Murray, tras sus reiteradas ausencias. Manifestó que no se le debería permitir acudir de nuevo a una eliminatoria con el equipo nacional, ya que se ha ausentado en demasiadas ocasiones. Haciendo una comparación con el equipo nacional de fútbol, afirmó que lo que Murray considera una obligación, otros lo ven como un privilegio, y que no debe ser él quien decida si debe acudir o una ronda de Copa Davis. Los periódicos británicos, tan dados al sensacionalismo están que arden con el tema.
The Sun
En este caso estamos totalmente de acuerdo con Lloyd. Aunque otros tenistas de la talla de Roger Federer lo hagan, no quiere decir que sea lo correcto. Imagínense, utilizando el ejemplo de Lloyd, que España no se clasificase para el Mundial de Fútbol y jugadores como Xavi o Casillas, se negasen a acudir a los partidos que su selección jugase en verano; ardería Troya. No hay nada más que oír las manifestaciones de jugadores como Víctor Valdés, que se muere por acudir a la selección y aún no ha tenido su oportunidad. Eso es lo mínimo que se le tiene que exigir a un profesional. Si alguno se niega a jugar con su equipo nacional sin una causa justificada, lo razonable sería prohibirle su participación de por vida. Seguro que cuando vengan las vacas gordas en la selección británica y suiza, Murray y Federer habrán olvidado cualquier molestia física. Y es que estamos hartos de ver casos en los que el egoísmo de los deportistas de élite sale a relucir. Los intereses del equipo nacional deben ir por delante de los intereses propios de los jugadores. Menos mal que con los jugadores que tenemos en nuestra selección no habrá nunca un problema parecido.
En este caso estamos totalmente de acuerdo con Lloyd. Aunque otros tenistas de la talla de Roger Federer lo hagan, no quiere decir que sea lo correcto. Imagínense, utilizando el ejemplo de Lloyd, que España no se clasificase para el Mundial de Fútbol y jugadores como Xavi o Casillas, se negasen a acudir a los partidos que su selección jugase en verano; ardería Troya. No hay nada más que oír las manifestaciones de jugadores como Víctor Valdés, que se muere por acudir a la selección y aún no ha tenido su oportunidad. Eso es lo mínimo que se le tiene que exigir a un profesional. Si alguno se niega a jugar con su equipo nacional sin una causa justificada, lo razonable sería prohibirle su participación de por vida. Seguro que cuando vengan las vacas gordas en la selección británica y suiza, Murray y Federer habrán olvidado cualquier molestia física. Y es que estamos hartos de ver casos en los que el egoísmo de los deportistas de élite sale a relucir. Los intereses del equipo nacional deben ir por delante de los intereses propios de los jugadores. Menos mal que con los jugadores que tenemos en nuestra selección no habrá nunca un problema parecido.
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